lunes, 2 de abril de 2012

Medicamentos: pocos ancianos en algunos ensayos clínicos



La población anciana es el segmento que más creció en cuanto a número en las estadísticas de los países occidentales. Las personas de 65 años o más representaban en el año 2000 el 14 por ciento de la población de esas naciones, pero se cree que para 2050 constituirán aproximadamente el 26 por ciento. Un sujeto añoso, en comparación con algún integrante de cualquier otro grupo etáreo de la población, tiene mayores posibilidades de padecer alguna enfermedad crónica y por ende recibir un medicamento para su control. Según un grupo de científicos, el problema surge en que son tenidos en cuenta en los mostradores de farmacias, pero no en ensayos clínicos que determinan la seguridad y la eficacia de algunos tratamientos que emplean.

Philippe Ravaud es investigador del Centro de Epidemiología Clínica de Paris, en Francia. Con un grupo de científicos se tomó el trabajo de comparar lo que ocurría con algunos medicamentos en el ámbito de la investigación clínica y la práctica medica diaria. Seleccionó cuatro fármacos de uso frecuente: valsartan, indicado habitualmente en pacientes con hipertensión arterial, el antidiabético pioglitazona, también un medicamento útil en la prevención de la osteoporosis denominado risedronato y por último rosuvastatina, un conocido compuesto dirigido a mantener el colesterol dentro de los valores normales.

Los investigadores analizaron una extensa base de datos sanitarios que incluye aproximadamente al 86 por ciento de la población total de Francia. También consultaron a Medline, una conocida fuente con información acerca de estudios clínicos en el ámbito de la medicina. De 155 artículos extraídos de dicha fuente solo 3 habían sido exclusivamente realizados en ancianos. El resto de los trabajos contaba con proporciones bajas de pacientes añosos incluidos. Algo que no ocurre en la práctica médica diaria, en donde las prescripciones de algunos de los cuatro fármacos mencionados hasta duplican la proporción de pacientes mayores de 65 años ingresados en los estudios.

En las conclusiones de un artículo, publicado recientemente en la revista PLoS one, los científicos afirmaron que los ancianos se encuentran pobremente representados en los estudios clínicos seleccionados. Un bajo enrolamiento de estos pacientes no hace otra cosa que condenar al médico en su ejercicio diario a la extrapolación de datos obtenidos en muestras de pacientes más jóvenes, generalmente sin otras enfermedades asociadas y casi nunca polimedicados. Una práctica bastante común en donde reacciones adversas a medicamentos que habían demostrado ser seguros en sujetos jóvenes, o interacciones peligrosas entre dos o más fármacos utilizados, pueden hacerse presentes.

La fisiología de una persona mayor, así como su desempeño frente a un medicamento, no es extrapolable a un sujeto más joven. Algunas instituciones, como por ejemplo la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA), lo tienen bien claro. Pero a pesar de algunas recomendaciones -emitidas a laboratorios farmacéuticos y otras entidades- varios expertos coinciden en que abundan en revistas médicas de primera línea artículos con criterios de exclusión injustificados. Al restringir el ingreso según edad, o presencia de otras enfermedades, atentan contra una adecuada representatividad de los ancianos.

Las estadísticas afirman entre otras cosas que en Europa el número de ancianos se duplicará en el transcurso de los próximos cincuenta años. Muchos de ellos necesitarán medicamentos para alguna afección crónica. Ravaud considera vital la implementación de medidas regulatorias, destinadas a lograr una adecuada participación de los mayores de 65 años en los ensayos clínicos.

Imagen: Flickr-Xornalcerto

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