sábado, 26 de noviembre de 2011
Algunas bacterias disfrutan la sal de la vida
Parece que ciertas bacterias no sufren de hipertensión arterial, mucho menos de insuficiencia renal. Basta ver como las sales de sodio, pero también entre otras las de potasio, cloro y calcio, no hacen más que su saludable existencia condimentar. Al menos, eso es lo que ocurre con algunas de diversos linajes que flotan libremente en los lagos salados de la asiática meseta del Tibet. En el agua de la azotea del mundo se agrupan en una comunidad -denominada bacterioplancton- con un hábito de vida un tanto extremo que lejos está de claudicar.
No importan los 2790 metros sobre el nivel del mar, tampoco los 4619. Según Qinglong Wu, investigador de la Academia de Ciencias de China, les preocupa mucho menos la salinidad letal. Recientemente en la revista PloS one afirmó que para un Bacteroidetes, o un Planctomyces, el agua con concentraciones muy elevadas de sales, que trepan incluso a 279 partes por millar, no le plantea demasiadas dificultades. A pesar de que superan con creces las 35 partes por millar promedio frecuentes de detectar en los distintos océanos del planeta Tierra. Allí, en donde los organismos más convencionales no tardarían demasiado en perder su contenido de agua, deshidratarse, desecarse y finalmente morir, las comentadas bacterias decidieron tomar un reparador baño de sal.
Son halófilas, verdaderas amantes de la sal. Extremófilas, como las que residen bajo el poco amistoso hielo de la Antártida. Constituyen modelos para el desarrollo de nuevas aplicaciones tecnológicas. También guías de supervivencia, que intentan explicar como sería factible subsistir en las crudas condiciones que plantean mundos lejanos. El planeta Marte, por solo citar un ejemplo.
Qinglong Wu por medio de análisis genéticos determinó que incluso aquellas que habitan en las hipersalinas aguas del lago Chaqia tuvieron chances de conformar una próspera comunidad. A contra viento de algunos estudios científicos previos, que no hacían otra cosa que dejar en claro lo mal que se lleva la excesiva salinidad de un ecosistema con el desarrollo de diversos organismos vivos. No ocurrió eso con las bacterias del Tibet, su biodiversidad durante el periodo de estudio nunca se vio minada. Claro, son extremófilas rodeadas de sal y cuentan con una salud de hierro para envidiar.
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