sábado, 30 de enero de 2010

Buscan ratificar un convenio para el control del tabaco en la República Argentina



Una coalición integrada por diferentes asociaciones argentinas preocupadas por el cuidado de la salud de la población solicitó, en Enero del corriente año por medio de un comunicado dirigido al Congreso Nacional, la pronta ratificación del Convenio Marco para el Control del Tabaco de la Organización Mundial de la Salud (CMCT-OMS).

No es para menos. Según datos aportados por los expertos, el tabaco es la principal causa evitable de muerte y enfermedad en Argentina. Más de 40.000 decesos anuales se deben directamente al consumo de tabaco y se cree que debido a enfermedades respiratorias, cardiacas y diversos canceres es responsable de la pérdida anual de 800.000 años de vida saludables en el país. A pesar de todo ello el 30% de la población adulta fuma.

Desde hace tiempo están documentados los efectos nocivos que genera la exposición al humo de tabaco ajeno. Alrededor de 6000 personas no fumadoras fallecen en Argentina por infartos cardiacos y diversas enfermedades oncológicas.

La 56 º Asamblea Mundial de la OMS realizada el 21 de mayo de 2003 aprobó por unanimidad el CMCT-OMS. Según afirman los integrantes de la coalición, el convenio proporcionó un marco legal internacional para el control del tabaco y constituye una solución efectiva y de bajo costo para reducir las enfermedades, muertes, daños al ambiente y a la economía causada por el consumo de tabaco.

Argentina es uno de los pocos países del mundo y el único de Latinoamérica que aún no ha ratificado el convenio. Se pierde con ello el beneficio de normativas que promuevan entre otras cosas: la puesta en marcha de medidas más efectivas para la implementación de espacios libres de humo, restricciones en la publicidad y promoción del tabaco y la confección de advertencias con fotografías que ocupen gran parte del paquete de cigarrillos.

Otros temas también contemplados son el incremento de los precios a través del aumento de impuestos y una más efectiva lucha contra el contrabando.

La suscripción al convenio Marco durante el 2010, según los expertos, significaría para la República Argentina uno de los mayores logros registrados en los últimos años en beneficio de la salud pública. Todo apoyo es bienvenido. Para una mayor información y adhesión a la iniciativa sólo basta con clickear en alguno de los siguientes links:

http://www.asat.org.ar/
http://www.uata.org.ar/
http://www.msal.gov.ar/htm/site_tabaco/convenio_marco.asp

Imagen: Flickr

lunes, 25 de enero de 2010

Mozart hubiese sido un buen neonatólogo


Quizás nadie esté en desacuerdo con que Wolfang Amadeus Mozart, el gran compositor austriaco nacido en 1756 en Salzburgo, poseía un talento extraordinario para la música, pero si aún se anima a poner en duda dicha afirmación por favor sólo escuche entre otras tantas obras su Sinfonía Número 40. Ahora bien, existe algo que ni al mismo Wolfang se le debe haber pasado nunca por la cabeza: su labor habría sido bienvenida en las salas de cuidados de recién nacidos.

Al menos eso es lo que dicen, en un artículo publicado en el último número de la revista médica Pediatrics, un grupo de científicos israelíes liderados por Ronit Lubetzky del Centro Médico Tel Aviv Sourasky. Escuchar a Mozart, les permite a los neonatos prematuros alojados en incubadoras disminuir su gasto diario de energía al desacelerar su metabolismo en aproximadamente un 13%.

Para llegar a esa conclusión, los investigadores compararon, en un total de 20 niños, el gasto de calorías en los que escucharon por un lapso de 30 minutos y durante dos días consecutivos los acordes con los resultados obtenidos a partir de aquellos que no lo hicieron.

Algunos estudios publicados en el 2002 ya daban cuenta de que la música entre otras cosas disminuía en los prematuros la frecuencia cardiaca y la liberación de hormonas por parte de las glándulas suprarrenales. Además, mejoraba la concentración de oxígeno en la sangre de los recién nacidos. Todo esto se traduce en un mejor funcionamiento metabólico y según especulan los científicos en un notorio aumento de peso y una menor estadía en los hospitales. Lo comentan, aunque hasta Mozart se sorprenda.

Imagen: Flickr

sábado, 16 de enero de 2010

Algunos dinosaurios eran venenosos



De los dinosaurios parecía que estaba todo dicho, ya que en los últimos años demasiado se habló acerca del gran cráneo y las poderosas patas traseras con las que desplegó su ferocidad en el cine y en la vida real el Tyrannosaurus rex, así como también mucho se comentó acerca de los tres cuernos con los que contaba el voluminoso Triceratops. Pero como bien ya se sabe, en ciencia nunca está dicha la última palabra y para los científicos los registros fósiles constituyen verdaderos yacimientos de nuevos cocimientos. Uno de esos esqueletos, correspondiente a un animal menos mediático y pariente de las actuales aves llamado Sinornithosaurus, acaba de revelar algo que estaba aún oculto: algunos dinosaurios eran venenosos.

Un grupo de investigadores chinos y norteamericanos liderados por Enpu Gong, armados sólo con microscopios binoculares y una cámara fotográfica metieron sus cabezas en las fauces mismas del dinosaurio. Sus conclusiones fueron publicadas en el último número de la revista de la Academia Nacional de Ciencia de los Estados Unidos (PNAS).

A los científicos les llamó la atención los largos dientes maxilares que poseía Sinornithosaurus. Sus formas, salvando las distancias, se parecían mucho a los colmillos de las víboras. También pudieron observar la presencia de surcos en la cara externa de los dientes que creen que cumplían la función de transportar el veneno directamente a la herida de la infausta presa. Por último, detectaron una fosa situada en la cara lateral del hueso maxilar. En esta fosa, que no había sido previamente descripta y luego bautizada como subfenestral, aseguran los investigadores que se alojaba una glándula que constituía un verdadero reservorio de veneno.

Según los expertos, Sinornithosaurus era un predador que se alimentaba habitualmente de pájaros. Usaba sus largos colmillos para atravesar las plumas y la piel de sus víctimas. Luego un estado de shock, gracias a la inoculación del veneno, se encargaba del resto