jueves, 9 de febrero de 2012

Tales de Mileto: el primer científico



El primer científico no tenía laboratorio, ni un método. Pero si una firme convicción: “Los fenómenos de la naturaleza se explican por medio de la naturaleza”, pensaba el investigador. Creía que la caída de un rayo no tenía por que ser adjudicada a la cólera del dios griego Zeus. También que no se debían proferir insultos a Poseidón, el dios del mar, durante cada temblor de la tierra. Tampoco era uno de los que enviaba mensajes de aliento para el titán Atlas en su dura faena de sostener el mundo sobre sus hombros.

No tenía teorías Tales de Mileto, pero fue el primer científico. Anticipó un eclipse, enunció un teorema y ganó mucho dinero con la cosecha de aceitunas, pero fue esa manía de dejar siempre a un costado el azar y el capricho de los dioses, para abrazar la regularidad de los fenómenos naturales y sus relaciones de causa y efecto, lo que le valió dicho galardón.

No es mucho lo que se sabe de él. No dejo nada escrito y lo que se conoce es fundamentalmente gracias al boca a boca y al rescate de otros científicos entre los que se destacó Aristóteles. A los historiadores les cuesta ponerse de acuerdo con las fechas de nacimiento y defunción de Tales. Otros piensan que no había nacido en Mileto, una antigua ciudad griega que estaría hoy emplazada en territorio de Turquía, sino que en realidad tenia un origen fenicio. Pero todos coinciden que fue en esa ciudad, verdadera tierra fértil para la crítica racional y el debate, en donde Tales allá por siglo VI a. C. comenzó a cocinar esa cosa llamada ciencia.

Tales de Mileto encendió un fuego que luego alimentarían Galileo, Darwin o Einstein por solo nombrar a algunos. A los ojos de la ciencia moderna sus aportes pueden hasta parecer infantiles. Pensar que el origen de todo, el de una mesa o una silla, es el agua o que el suelo flotaba sobre esa sustancia, que por otra parte de tanto en tanto se encargaba de complicar las cosas con terremotos producidos por sus olas, no resistiría hoy el menor análisis. Pero fue el primero que intentó dejar de lado las explicaciones sobrenaturales para dar cuenta de los fenómenos cotidianos visibles en la naturaleza. Está claro que con eso basta.

En Mileto no se pusieron a prueba hipótesis, ni se articularon conocimientos. Eso estaría reservado para un tiempo después. Pero si existió alguien que se animó a golpear dos piedras. La chispa y el ruido que generó a pesar del paso de los años aún se aprecia.

La anécdota -como no podía ser de otra manera para alguien de un perfil tan bajo como el de Tales- también llega de manera difusa. Tales de Mileto, uno de los Siete Sabios de Grecia, mientras concentrado veía las estrellas cayó en un pozo profundo. La anciana que lo acompañaba ante el pedido de auxilio le contestó: “¿Cómo pretendes, Tales, saber acerca de los cielos, cuando no ves lo que está debajo de tus pies?”. Se sabe que los estereotipos no cuentan, pero sin dudas Tales de Mileto fue el primer científico.

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