miércoles, 27 de agosto de 2014

El pulmón de Morón



Morón es un municipio de la provincia de Buenos Aires ubicado al oeste de la Capital Federal. Se trata de un gigante urbano con más de 321.000 habitantes repartidos en 55,6 km2. Con cuatro siglos de historia entre otras cosas aún abre y cierra persianas de comercios, fabrica diversos productos, dicta sentencias judiciales, cura enfermos y educa a niños. Por si fuera poco baja todas las mañanas la barrera para permitir el paso del Ferrocarril General Sarmiento y los miles de trabajadores que viajan rumbo a la Capital. Siempre inquieto y febril, trata de disimular eso de que los años no vienen solos.

No siempre lo logra. Desde hace algún tiempo  ha notado que por algunos de sus vasos circulan bajas concentraciones de oxígeno disuelto, elevados niveles de metales tóxicos como el cromo y también algunas desagradables bacterias fecales. Tiene un oído desgastado generado por años de ruidos molestos y también padece recurrentes cefaleas y distracciones producidas por contaminación visual. Su superficie, antes lozana,  en algunos sitios luce curtida por el depósito de diversos metales pesados. Completan el  preocupante síndrome dos pulmones negros derivados de decenios de exposición al incesante tránsito vehicular.

Como si fueran alvéolos

Aunque parece tener un pronóstico reservado, a Morón los especialistas le comentaron que apuestan a su recuperación. Confían en un tercer pulmón que tiene en el sur de la localidad de Castelar. Se trata de una Reserva Natural Urbana de 14,5 hectáreas inaugurada en 2012. Allí un frondoso follaje de árboles nativos tales como espinillos, ombúes, molles y talas dejan colar tímidamente el paso del sol por sus intersticios. Como si tuvieran verdaderos alvéolos, toman el dióxido de carbono presente en la atmósfera y devuelven oxígeno. Otras especies arbóreas exóticas como ligustros, laureles y robles contribuyen también al mantenimiento del equilibrio en el intercambio gaseoso y facilitan la absorción de los gases de efecto invernadero.

El pulmón de Morón no solo respira sino que aloja a una fauna autóctona de gran diversidad biológica representada por aves como el chimango o mamíferos como la liebre entre otros. También mitiga inundaciones y erosiones de los suelos, y por si no bastase preserva la memoria ambiental del gigante. Todos los días le recuerda como lucía de joven, mucho tiempo antes de emprender tantas actividades.

Terapia regenerativa

Los senderos de la Reserva además educan y entrenan a células de todas las edades que por ahí transitan. Por medio de caminatas, visitas guiadas, talleres ecológicos, avistaje de aves y espectáculos infantiles palabras como desarrollo sostenible y conciencia ambiental cobran sentido. Los especialistas saben que dichas células tienen la capacidad potencial de devolverle al gigante el oxígeno perdido de sus vasos y la tersura de su superficie. Desde hace tiempo conocen también que los gigantes no son individuos sino sistemas interactivos compuestos por seres vivos. Entre ellos personas con gran capacidad regenerativa.

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